El fracaso es la manera de empezar de nuevo, pero más inteligente

La mayor fuente de insatisfacciones no es la realidad, las adversidades o los obstáculos, sino nuestras expectativas. Somos nosotros nuestro principal enemigo porque, cuando nuestras expectativas son demasiado elevadas y no se corresponden con la realidad, corremos el riesgo de venirnos abajo. Sin embargo, para generar expectativas que guíen nuestros pasos por el buen camino, no basta con ser conscientes de nuestras potencialidades y limitaciones, sino que también debemos tener una imagen realista del mundo que nos rodea. Es probable que ahora mismo muchas personas estén planificando un mañana que no llegará. Es una de las enseñanzas de la vida más tristes, pero, a la misma vez, es terriblemente cierta. Todo lo que tenemos es el presente, así que es mejor que lo aprovechemos sabiamente, porque el futuro es incierto. Para lograr que nuestros sueños se hagan realidad, debemos trabajar duro. El éxito se construye día tras día, no llega con golpes de suerte. Detrás de cada persona exitosa, siempre hay una historia de sacrificios. Cuanto antes comprendamos esa realidad, antes podremos poner manos a la obra para lograr lo que deseamos. Nadie puede volver atrás para empezar de nuevo, pero tenemos la posibilidad de comenzar hoy mismo a construir un nuevo final. De nada sirve lamentarse por lo ocurrido porque no podemos cambiarlo, pero podemos cambiar nuestra reacción ante ese evento. Recuerda que solo cuando aceptamos el pasado, nos liberamos de él y somos verdaderamente libres para construir un nuevo futuro. Por mucho que la sociedad se haya empeñado en decirnos que podemos obtener todo lo que deseamos, lo cierto es que, para lograr grandes cosas, para poner en práctica cambios que cambien el rumbo de nuestra vida, siempre nos veremos obligados a renunciar a algo. Ir hacia adelante también implica dejar posesiones, costumbres o incluso personas en el pasado. Por mucho que nos esforcemos, siempre habrá personas que no estén de acuerdo con nuestras ideas o formas de actuar y que se convertirán en un obstáculo para alcanzar nuestras metas. Sin embargo, no tiene sentido quejarse o intentar agradarles, en su lugar, debemos concentrarnos en hacer lo que realmente nos satisface, siendo fieles a nuestros valores. No podemos caerle bien a todos, pero es importante que nos sintamos satisfechos con nosotros mismos. Tarde o temprano, el dolor tocará a nuestra puerta. La adversidad, la pérdida de personas queridas e incluso las enfermedades son inevitables. Sin embargo, podemos elegir cómo reaccionar ante esas circunstancias, podemos aprender de ellas y crecernos ante los problemas o, al contrario, podemos dejar que nos derroten. Recuerda que es en las grandes adversidades cuando descubrimos hasta dónde somos capaces de llegar. La vida no es una competencia para ser los mejores, es un camino para encontrar la felicidad. La carrera desenfrenada por acaparar más posesiones o por tener más éxito, a menudo solo conduce a un estado de insatisfacción permanente. Al contrario, aceptarnos y comprender que lo más importante no es el resultado final sino el camino, es la clave para vivir de forma más plena. No olvides que lo que obtienes al alcanzar tus metas, no es tan importante como en lo que te has convertido intentando alcanzarlas. La única persona que nos puede hacer felices, somos nosotros mismos. La semilla de la felicidad se encuentra dentro de nosotros. Las personas a nuestro alrededor y las condiciones externas pueden brindarnos fugaces momentos de felicidad, pero es nuestra actitud la que determina si ese estado será estable a lo largo del tiempo o se esfumará. La felicidad es una decisión personal que se toma aquí y ahora, no es necesario supeditarla a ninguna condición. Es importante tener un motivo que nos impulse a poner nuestro mayor esfuerzo y dar lo mejor de nosotros, solamente luchando por lo que queremos podremos lograrlo. Empieza y no pienses en las dificultades que se presentaran, mejor piensa en la recompensa que obtendrás. Para llegar hasta donde queremos, lo primero que debemos hacer es buscar la fuerza que necesitamos en nuestro interior porque solo depende de nosotros el cumplir los objetivos que nos hemos trazado. Para alcanzar nuestros anhelos más profundos es necesario que aportemos lo mejor de nosotros, poniendo esfuerzo y dedicación. Sin duda alguna cada persona tiene un objetivo y parte de ese es lograr un mañana mejor, para ganar tal privilegio ahí que actuar de tal manera que un día se convierta en parte de nuestra existencia. No decaigas en el camino a tus metas, si te caes levántate e inténtalo nuevamente hasta lograr lo que deseas, porque los golpes nos enseñan y nos dan mayor fortaleza. No olvides que todo habrá valido la pena en el momento que logres tus objetivos, ya que cualquier esfuerzo por más grande que haya sido es poco en comparación a la felicidad tan grande que obtendrás. ¡SUERTE! Todo lo que te propongas hacer hazlo con cariño y buen humor, siempre dando lo mejor de ti para que así puedas conseguir lo que te hayas propuesto, no pares ni desistas de soñar, proponte más y veras que triunfaras. Algunas personas piensan que no tienen razones para existir en este mundo, pero eso les pasa porque son conformistas y aun no se han trazado objetivos a los cuales llegar, nunca caigas en eso piensa que tu vida es importante para muchos y por ellos y por ti debes sobresalir en este mundo. Todo triunfo se consigue a cambio de entrega y trabajo, además son motivo para seguir prosperando en la vida, es por ello que estos tienen un valor grande para quienes logran cumplir sus objetivos y anhelos. Tener expectativas, ilusiones, proyectos y esperanzas de lo bueno por venir es saludable cuando esa energía nos alienta a vivir el día a día, lo cotidiano, con entusiasmo y ansias de superación. Por el contrario, cuando la ansiedad de que nuestras expectativas se concreten nos aleja de valorar el tiempo presente y nos mantiene detenidos en la insatisfacción, es entonces, que son contraproducentes y disminuyen nuestra calidad de vida. Pues la tendencia será subestimar nuestro contexto actual e idealizar lo que nos falta o desearíamos que sea distinto. Nos vuelve personas inconformistas que nunca encuentran su silla. Es natural generar expectativas, todos tenemos un ideal de cómo queremos que sea nuestra vida y esperamos y deseamos con ansias que se nos cumplan. La falta de coherencia entre lo que deseamos para nuestro futuro y las decisiones que tomamos a diario es lo que más nos frustra y nos aleja de los ideales que pretendemos alcanzar. Aprender a confiar en el proceso de la vida, aceptar que los tiempos a veces no son los que quisiéramos que sean y a pesar de eso, tener la certeza de que nuestros esfuerzos están puestos en la dirección anhelada, nos permite transitar nuestra existencia con más calma y sintiéndonos a gusto con quienes estamos siendo día tras día. Pues nuestras expectativas han de estar puestas en nuestra propia evolución y superación, eso siempre nos acerca al mejor estado: una mente disciplinada y confiada en que los resultados devendrán de una energía bien enfocada. Mis expectativas de vida no se cumplen de la manera que yo esperaba, … y ahora, ¿qué? «… Y ahora, ¿qué? es, seguramente, la pregunta más importante que podemos hacernos a nosotros mismos. Tan importante que creo necesario que te la plantees cada día. Cada mañana. La vida casi nunca acaba siendo como uno se había imaginado. Ni por mucho ni por poco; no siempre se conforma como una tragedia en dos actos y, es muy posible que, en abundantes ocasiones, hasta te sorprenda apareciendo mucho mejor de lo esperado. Sea como fuere, mantener unas expectativas muy rígidas sobre la vida y lo que tiene para ofrecer, es un propósito peligroso y dañino casi siempre. Aquéllos que no solo sobreviven, sino que se desarrollan al mayor potencial, son los mismos que trabajan cada día por sus objetivos pero que también son capaces de parar un momento cuando la vida no es como se había planeado y se dicen: «de acuerdo, y ahora qué?». ¿Qué espera la vida de mi ahora, en esta situación? La habilidad para responder a los cambios de la vida con esa actitud de dejar venir nos permite mantener el control sobre cómo responder a lo que ha llegado. Para nada, en modo alguno, ¡¡¡¡te va a colocar más cerca de tus objetivos iniciales el posicionarte en modo víctima ni sentarte enfurruñado gritando a los cuatro vientos «esto no debería haber ocurrido así!!!!», no crees? Muchos de nosotros estamos ahora mismo o bien en medio de una crisis, o saliendo de ella o entrando de cabeza. ¿En vez de quedarnos atascados en el modo de pensamiento habitual de «:(, por qué a mí? «, te invito a cambiar el diálogo interno y decirte: «esto es así hoy, la vida es así; ¿qué me está pidiendo la vida?».

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